Panes está situado en un amplio valle en la confluencia de los ríos salmoneros Deva y Cares y entre picachos agrestes -rebeldes y altivos porque los geógrafos los ubican fuera del macizo Central de los Picos de Europa- El lugar es tan bello que con mi torpeza no osaré describirlo . Pues por mucho esmero que le pusiera destrozaría el panorama. Y máxime teniendo en este Diario como colaboradora a la más brillante cronistas de nuestras tierras ( Y no miro “pa” nadie, como diría Gila )
Allí vivía ( setenta años atrás ) un hombrecillo de mediana edad, llamado Abel, o Caín, no recuerdo bien, que cuando la República debió haber sido de un color rojo rabioso; porque no le habían dejado regresar a casa hasta muchos años después de haber finalizado la guerra.
Había estado condenado a pena de muerte, pero al final y afortunadamente se la habían conmutado por trabajos forzados en numerosos campos de concentración.
Cuando le conocí ( pariente de mis parientes ) era guarda mayor del río Cares; y caminaba a la diestra del Caudillo durante la semana que éste solía pasar un año sí y otro no pescando salmones. Con lo que el hombre, acumulaba anécdotas “caudilleriles” con las que dar una tabarra bastante imaginativa a amigos y conocidos.
Los méritos para aquella trepada, eran haber sido el mejor pescador furtivo de todo el río.
Se decía maliciosamente en la comarca que, el General había ordenado que el pescador más hábil de toda la zona le acompañara para aprender de él las mejores artimañas. A lo que le contestó un cura que mariposeaba a su alrededor:
-Excelencia, el mejor pescador del río está en campos de concentración desde hace siete años.
-Pues que le traigan, – decretó el Generalísimo.
Por fortuna, el bíblico pescador se hallaba por entonces en trabajos forzados en la construcción del cercano salto del Nansa en Camijanes, y al día siguiente ya acompañaba por las orillas del Cares al “salmonero mayor del reino”.
Así, sin siquiera desearlo el jovial y antaño republicano, se había convertido en un plis plas en el hombre más “ilustre”del pueblo ; pues tras el Caudillo guardaban cola centenares de jerarcas de todo el País para ir al Cares acompañados por él.
Al cabo del año, los eventos en Panes no eran muchos, pero los vecinos por unanimidad le tenían en cuenta . Incluida la organización de los festejos de San Cipriano
Las fiestas de San Cipriano en Panes eran multitudinarias, porque al contrario de las de C…, allí se sentían muy a gusto los que no tenían nada que estrenar. Es decir, la mayoría de la sociedad rural de aquella época; que con una visión simple y unilateral de todas las cosas no veían más allá de lo evidente y, a veces ni ello mismo, pues ignoraban hasta su propia tosquedad. Aparte algunos pijos – en todas partes había – bailando en el lugar más alejado del palco evitando mezclarse con la clase social formada por el común, los demás estábamos en nuestra propia salsa.
Era la fiesta a la que nos descolgábamos, por peligrosos senderos zigzagueantes, laderas abajo desde las aldeas de Peñamellera la Baja, Peñamellera la Alta, Cabrales, Ribadedeva y hasta de los concejos de Llanes y de Onís. Además de los colindantes de la entonces llamada provincia de Santander.
Los hiiiiiijujús retumbaban contra los picachos que enmarcan el valle, a la ida pero sobre todo al regreso, como llamadas lastimeras de auxilio de alguna especie de Polifemos astures, heridos por los encantos traidores de alguna Galatea surgida de las aguas del río Deva. O por algo mucho más prosaico como la sensación de alivio, después de haber evacuado en larguísimas “orinadas” tras las argomas la sidra trasegada durante horas en los chigres.
Con aquellos hijujús primitivos se expresaba una amplísima diversidad de sentimientos.
Eladio Muñiz
Dibujo de Inna Shumakova
¿ Te ha gustado? Sólo le falta alguna foto de Valentín y la crónica de una tal Perela para conseguir el Pulitzer digital.
Eladio, qué bien describes las fiestas de antes!!!Nos trasladas allí. Gracias y un abrazo.